Después de probar en 2008 en la primera edición de la Osan Cross Mountain ya me di cuenta de que las carreras de montaña no eran una disciplina atlética que se ajustara a mis cualidades (comparándola con las pruebas en asfalto), por eso no las incluyo en la planificación de mi temporada. Sin embargo, este año el calendario está siendo bastante anárquico, sin un objetivo claro.
La suspensión de la Carrera del Ebro, una prueba off road (fuera de asfalto) pero que nada tiene que ver con las carreras de montaña como la de Osan, ha trastocado la planificación de este año pero me ha permitido conocer otras pruebas, como la de Alcaine, que resultó ser muy adecuada, y repetir en otras de mejor o peor recuerdo como la de Osan.
El recuerdo que tenía de la edición de 2008 era que en las subidas no se podía correr, sólo andar deprisa, y en la bajadas tampoco (por lo menos a mí me resulta muy incómodo y disfruto muy poco en estos descensos tan pronunciados y de piso tan suelto, no tengo confianza en los apoyos y siempre pienso en apoyar bien y no tanto en impulsar y correr deprisa). Tampoco se podía mantener un ritmo estable y sólo se podía correr en los pastos superiores. Los recuerdos no eran demasiado gratificantes pero el lugar es impresionante y el desnivel y distancia bastante asequibles en comparación con otras carreras de montaña. Además una foto con la cascada de Santa Orosia al fondo bien merece un esfuerzo.
La carrera parece que se ha consolidado, por lo menos eso parece viendo el número de participantes y los recursos de la organización. En el 2008 participamos 78 corredores y acabamos 69, este año han participado 249 atletas. En 2008 apenas una pequeña mesa para la megafonía indicaba el lugar de salida en la plaza del pueblo, en 2010 además de la carpa para las migas había dos arcos publicitarios y control de firmas (vaya nivel).
En cuanto a la prueba, el día no parecía que fuera a aguantar sin lluvia pero, al final, el tiempo acompañó y nos permitió disfrutar de la prueba en toda su gradeza atlética y paisajística. No hacía demasiado frío y tampoco viento. La salida se retrasó en media hora, seguramente por el aluvión de inscripciones el día de la prueba, pero una vez lanzada todo fue bastante bien. Mi plantemiento no era nada ambicioso: intentar ir al ritmo máximo que en cada momento me permitiera el terreno. No tenía ni referencias de tiempo (la edición del año 2008 se realizó en sentido inverso) ni una marca a batir. La estrategía era sencilla apretar lo máximo en la subida y bajar con seguridad.
Hasta Yebra de Basa el grupo era muy compacto y la senda estrecha por lo que no se pudo correr y tampoco hacía falta molestar ni molestarse. Hasta el control de Yebra de Basa el objetivo era mantener con comodidad la posición en la fila que se iba formando. Después de este control venía la esencia de las pruebas de montaña el desnivel, la distancia e ir tanteando como respondía el cuerpo a la exigencia del terreno. No estaba especialmente motivado pero a partir de la ermita de las Arrodillas empecé a encontrar un ritmo rápido de ascenso, caminando, pero con fuerza y continuidad. Fui superando varios grupos e incluso me permití correr para salir bien en la foto de la cascada. El falso llano hasta la ermita de Santa Orosia fue la parte donde más disfruté, pero ahí, en el control de la ermita, se acabó la gasolina. Me avituallé un poco pero los pastos superiores, donde recordaba haber corrido con fuerza en la edición de 2008, fueron un querer y no poder. Muchos de los que adelanté subiendo me pasaron antes de iniciar el descenso. Finalmente llegó el descenso a Isún y acabaron todas mis ilusiones, si el decenso del 2008 lo recordaba flojo, el descenso del 2010 fue peor. No sólo no podía correr sino que solo pensaba en apoyar el pie, no resbalar y no lesionarme, no pensaba en la velocidad sólo en la seguridad y esto hacía que incluso me apartara para dejar pasar a otros corredores que a mi parecer iban como locos arriesgando demasiado, pero sus piernas y sus tobillos eran más fuertes que los míos. Al final llegué a la meta muy justito pero muy contento.
Ningún dolor, ninguna lesión y una subida a Santa Orosia muy reconfortante. Además pude disfrutar de las magníficas vistas sobre la Sierra de Partacua muy nevada, aunque parcialmente cubierta por la nubes, cuando medio corría por los pastos superiores y de las aéreas vistas sobre el valle del Gállego y del río Basa que se tienen cuando corres por la faja rocosa de la bajada a Isún. La primera curva del descenso es espectacular.
La suspensión de la Carrera del Ebro, una prueba off road (fuera de asfalto) pero que nada tiene que ver con las carreras de montaña como la de Osan, ha trastocado la planificación de este año pero me ha permitido conocer otras pruebas, como la de Alcaine, que resultó ser muy adecuada, y repetir en otras de mejor o peor recuerdo como la de Osan.
El recuerdo que tenía de la edición de 2008 era que en las subidas no se podía correr, sólo andar deprisa, y en la bajadas tampoco (por lo menos a mí me resulta muy incómodo y disfruto muy poco en estos descensos tan pronunciados y de piso tan suelto, no tengo confianza en los apoyos y siempre pienso en apoyar bien y no tanto en impulsar y correr deprisa). Tampoco se podía mantener un ritmo estable y sólo se podía correr en los pastos superiores. Los recuerdos no eran demasiado gratificantes pero el lugar es impresionante y el desnivel y distancia bastante asequibles en comparación con otras carreras de montaña. Además una foto con la cascada de Santa Orosia al fondo bien merece un esfuerzo.
La carrera parece que se ha consolidado, por lo menos eso parece viendo el número de participantes y los recursos de la organización. En el 2008 participamos 78 corredores y acabamos 69, este año han participado 249 atletas. En 2008 apenas una pequeña mesa para la megafonía indicaba el lugar de salida en la plaza del pueblo, en 2010 además de la carpa para las migas había dos arcos publicitarios y control de firmas (vaya nivel).
En cuanto a la prueba, el día no parecía que fuera a aguantar sin lluvia pero, al final, el tiempo acompañó y nos permitió disfrutar de la prueba en toda su gradeza atlética y paisajística. No hacía demasiado frío y tampoco viento. La salida se retrasó en media hora, seguramente por el aluvión de inscripciones el día de la prueba, pero una vez lanzada todo fue bastante bien. Mi plantemiento no era nada ambicioso: intentar ir al ritmo máximo que en cada momento me permitiera el terreno. No tenía ni referencias de tiempo (la edición del año 2008 se realizó en sentido inverso) ni una marca a batir. La estrategía era sencilla apretar lo máximo en la subida y bajar con seguridad.
Hasta Yebra de Basa el grupo era muy compacto y la senda estrecha por lo que no se pudo correr y tampoco hacía falta molestar ni molestarse. Hasta el control de Yebra de Basa el objetivo era mantener con comodidad la posición en la fila que se iba formando. Después de este control venía la esencia de las pruebas de montaña el desnivel, la distancia e ir tanteando como respondía el cuerpo a la exigencia del terreno. No estaba especialmente motivado pero a partir de la ermita de las Arrodillas empecé a encontrar un ritmo rápido de ascenso, caminando, pero con fuerza y continuidad. Fui superando varios grupos e incluso me permití correr para salir bien en la foto de la cascada. El falso llano hasta la ermita de Santa Orosia fue la parte donde más disfruté, pero ahí, en el control de la ermita, se acabó la gasolina. Me avituallé un poco pero los pastos superiores, donde recordaba haber corrido con fuerza en la edición de 2008, fueron un querer y no poder. Muchos de los que adelanté subiendo me pasaron antes de iniciar el descenso. Finalmente llegó el descenso a Isún y acabaron todas mis ilusiones, si el decenso del 2008 lo recordaba flojo, el descenso del 2010 fue peor. No sólo no podía correr sino que solo pensaba en apoyar el pie, no resbalar y no lesionarme, no pensaba en la velocidad sólo en la seguridad y esto hacía que incluso me apartara para dejar pasar a otros corredores que a mi parecer iban como locos arriesgando demasiado, pero sus piernas y sus tobillos eran más fuertes que los míos. Al final llegué a la meta muy justito pero muy contento.
Ningún dolor, ninguna lesión y una subida a Santa Orosia muy reconfortante. Además pude disfrutar de las magníficas vistas sobre la Sierra de Partacua muy nevada, aunque parcialmente cubierta por la nubes, cuando medio corría por los pastos superiores y de las aéreas vistas sobre el valle del Gállego y del río Basa que se tienen cuando corres por la faja rocosa de la bajada a Isún. La primera curva del descenso es espectacular.
Finalmente quedé en el puesto 92 de 249 atletas, con un tiempo final de 1h:56´:01. En cuanto a los parciales estos son lo que tomé entre los distintos controles:
Para saber mas:
osancrosmountain.blogspot.com
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Carrera de montaña de Alcaine (07-03-2010)
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